Víctor Hernández
A diferencia de lo que ocurre en España, en países de nuestro entorno como Italia o Alemania, el grueso de sus ciudadanos tiene, en lo que respecta a cultura musical patria, una aceptable formación gracias a una enseñanza que ha puesto en valor el legado artístico, y unas instituciones culturales dinámicas y eficientes en la promoción y difusión del arte en capas más populares. Ni que decir de Austria donde su juventud está acostumbrada a escuchar música electrónica una noche y acudir a un concierto sinfónico a la siguiente con la mayor naturalidad.
En España por el contrario, existe un deficiente sistema escolar que prioriza la doctrina de género y el dichoso emprendimiento sobre los valores culturales cuando no ataca directamente cualquier atisbo de orgullo identitario exceptuando, eso si, lo que se refiera a las pseudonacionalidades autonómicas.
En este contexto de autoodio y elogio de la vulgaridad, cobra especial importancia la promoción de los grandes autores españoles que, en el campo musical, han contribuido a la difusión de la sonoridad española y han engrandecido el legado artístico universal. Mayor importancia adquiere esta puesta en valor, cuando observamos que los grandes como Albéniz o Granados fueron catalanes de pro indudablemente españoles. Españolísimos diría yo, estos dos compositores quienes en su obra dejan patente el carácter de su tierra a la vez que exhiben una vocación de universalidad en clave hispánica. ¿Cómo no acordarse del tenor navarro Gayarrequien de cantar canciones tradicionales vascas pasó dominar Europa con su don que tributaba a la Pilarica?
En esta serie de publicaciones, vamos a repasar las grandes aportaciones musicales de españoles como Manuel de Falla, Joaquín Rodrigo, Turina o los recientes Halfter y Antonio García Abril, a la vez que compartiremos contenido audiovisual para conocer las obras de nuestros mejores artistas. El nacionalismo musical español no fue en ningún momento una respuesta chovinista. Antes bien, trató de la mejor manera de engrandecer y difundir mundialmente el sentir del pueblo español contenido en sus acentos musicales que son expresión íntima del alma.
Sólo queda decir ¡Música, maestro!
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