Por J.M.Pérez
La Pérfida Albión siempre nos trató mal. No nos perdonaron jamás que Felipe II tratase de derribar a Isabel I por su apoyo al protestantismo y a la piratería que atacaba nuestras colonias. Jamás nos perdonaron que un almirante español, el vasco Blas de Lezo, con seis galeones y un puñado de soldados, derrotara a los 195 barcos ingleses en Cartagena de Indias. Jamás nos perdonaron que nuestro Imperio, a diferencia del suyo jalonado sólo por el poder sanguinario y explotador, diese al mundo el cénit del desarrollo de la cultura y la civilización creando la hispanidad y lanzando al mundo la generación más prolifica de humanistas, cientificos y literatos.
En el siglo XIX, de la mano de los liberales españoles isabelinos, el poder inglés entró en España a botín y rapiña tras la guerra de la independencia española mediante los financieros Rothschild, que se hicieron con la propiedad de multitud de minas, bancos y recursos naturales hurtados al pueblo español con la ayuda de testaferros masones como el infame desamortizador Mendizábal. Los ingleses apoyaron con denuedo al bando liberal en las guerras contra los carlistas, sabedores de que el tradicionalismo español no vendería jamás la riqueza patrimonial del pueblo español que los liberales ya les estaban entregando.
Hay un temperamento psicológico inglés nutrido y concienciado contra España; modelado con grandes dosis de envidia hacia la grandiosa historia imperial española ligada a la hispanidad y a su imponente cultura, coronada por una lengua hablada por 500 millones de personas en el mundo. La prepotencia política inglesa viene al saberse bendecida como el portaaviones de EEUU en Europa…. y contra Europa. Este estatus les ha permitido chulear a Naciones como España. Felipe González fue tan imbécil que abrió la verja de Gibraltar, cerrada por Franco desde 1968. Sus sucesores en la presidencia del gobierno, todos sin excepción, han sido tan escurridos y miserables como para no defender la soberania española sobre el Peñón ni sobre nuestras aguas. Al contrario; hemos brindado a los ingleses barrigudos y accidentados cardio-vasculares un sistema sanitario donde encontrar las intervenciones quirúrgicas y los tratamientos médicos que les niega el seguro medico de su país, además de cuantiosas ventajas de acceso turistico e inmobiliario a las principales zonas costeras mediterráneas en las que gozan de barrios y pueblos enteros a su abasto; colonias inglesas en las que queda proscrito el uso del idioma español porque todo comercio o uso social está adaptado a ellos, su lengua y su cultura.
La interiorización absurda pero exitosa de la «leyenda negra» antiespañola en la conciencia del español, fomentada en buena medida por Inglaterra, y por nuestro autocomplejo derivado en hispanofobia, nos han llevado a dejarnos colonizar politica, cultural y socialmente desde hace doscientos años.
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