Soportando lluvias torrenciales y sufriendo como benditos las desventuras patrias, es humano que tanta contrariedad termine por afectar el ánimo de los que aún nos preocupamos por el estado de las cosas. En tales circunstancias es fácil tomar por loco al que dice aquello de «rendirse no es una opción» y más fácil aún es optar por encerrarse en la torre de marfil y «pasar de todo porque esto no lleva a nada», pero lo que el derrotista no entiende es que cuando el corazón lo mueve una convicción profunda no puede plantearse otra opción que la coherencia. Cuando hablamos de compromiso no pensemos en la adhesión como quien se apunta a un plan cerrado para el fin de semana. El que se siente militante ha de llegar al convencimiento por la conversión del espíritu a la nueva vida que se abre ante él, y cuando ello ocurre, nada puede afectarlo porque sin tener nada ya lo tiene todo. Pero para llegar a este convencimiento hay que sentirse arder por dentro, es necesario que el amor impulse a la militancia. Nadie puede pelear y vencer con derecho si se ha lanzado a la lucha desde el interés o el odio. Por todo ello, coherencia es sinónimo de acción y no hay quien pueda decir que desde su posición no puede sumar en la batalla porque la tortuga solo es potente cuando todos los miembros están donde deben estar. No debemos preguntar solo por el cuándo sino por el cómo; preguntémonos ¿estoy donde debo estar?
Nuevas adhesiones de entidades al MANIFIESTO contra la crisis.
El pasado mes de febrero representantes de las asociaciones TAS-Raíces, El Criterio, Valentia Forum y Somatemps, iniciaron conversaciones...
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