Decía Maquiavelo que si el príncipe quería ganarse el afecto de sus gobernados de modo que utilitariamente garantizara su poder sobre ellos, no debía agobiarlos con imposibilidades ni pretender que asuman de buen grado lo que no podían soportar.
Yo me encuentro muy lejos del pensamiento de Maquiavelo por cuanto sienta en buena medida las bases del relativismo político y quiebra la tradición del pensamiento clásico, magníficamente compendiado y alumbrado por Santo Tomás. Sin embargo, es innegable que Maquiavelo tiene afirmaciones incontestables como la anterior.
Traigo a colación este comentario en relación con las críticas que, tras la debacle del Gobierno en las elecciones madrileñas, se están dirigiendo directamente contra el electorado que no lo votó. Me refiero a los cuentos de las cañas, los berberechos y los ex (que Dios guarde muchos años y bien lejos). Es cierto que en Madrid no ha ganado ni siquiera Ayuso. Es evidente que los resultados arrojan un profundo rechazo hacia la izquierda; y aciertan al afirmar que la posibilidad de abrir negocios y dar permiso a los comercios para que trabajen y disfrutar de ellos ha sido determinante a la hora de votar. Pero, ¿es ello malo? ¿De verdad pretende el gobierno que vivamos encerrados y lo acojamos con gusto?
Toda vez que la situación sanitaria lo aconsejaba y permitía, era lógico que la gente recuperara parte de su anterior vida, de la vida, más bien. Hace reír la sorpresa con que se acogió esta realidad por parte del Gobierno y sus secuaces. Pues si, no somos tan esclavos al fin y al cabo, si bien, poco nos queda tras tantos años. Lo indignante del asunto es el ataque por parte del gobernante contra el gobernado porque no hace suyas las prohibiciones que se le imponen. Como en el caso expuesto por Maquiavelo, el príncipe no puede aspirar a invadir ciertas esferas y salir ileso de la opinión pública. Ahora recogen lo sembrado y se revuelven contra el pueblo que no ha perdido la cabeza. Esta reacción solo evidencia lo alejados que los politicastros se encuentran del pueblo, pero ojo, esta reacción también quiere decir que lo temen y que no lo saben manejar como esperaban. Quedémonos con esta copla y es que los poderes ilegítimos pueden y deben ser contestados.
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