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La OTAN: brazo armado del globalismo y de la Agenda 2030

08/07/2022

Que la OTAN apruebe acciones defensivas con ‘perspectiva de género’, que module en las mismas el ‘impacto climático’ o reivindique la Agenda 2030. No es broma.

Que la OTAN contemple que España, un miembro de la Alianza Atlántica, esté amputada ilegalmente, colonizada territorialmente, por otro de sus miembros, el Reino Unido, responsable de la depredación laboral y la ruina sobre el Campo de Gibraltar además del contrabando, la evasión fiscal y el blanqueo de dinero delictivo que se producen en Gibraltar.

Que la OTAN acepte y mantenga como socio predilecto a Marruecos porque Marruecos es aliado preferente de EEUU en el norte de África, aunque Marruecos sea el régimen corrupto, alimentado por la droga y las mafias de la inmigración ilegal; inmigración que estampa contra las vallas de Melilla y Ceuta cuando la extorsión a España así se lo exige.

Que la OTAN no proteja, ni vaya a proteger jamás, el flanco sur de España, pero sí a exigir que nuestra fuerza aérea y terrestre españolas protejan las fronteras lituanas, patrullen el Báltico y cerquen a Rusia, país del que ninguna hostilidad nos distancia salvo la sumisión atlantista de España y la pérdida de 40.000 millones de euros en exportaciones desde que comenzamos con las sanciones.

Que en 1999 la OTAN bombardease Yugoslavia durante 78 días y que a su mando estuviese un socialista español, Javier Solana, de los que pregonaban el ‘OTAN NO, BASES FUERA’ antes de que en 1982 el PSOE llegara al poder y atornillara la presencia española en la OTAN mediante el referéndum de 1986.

Que la OTAN haya destrozado Libia con sus ‘humanitarios’ bombardeos, y que su celestina política de entonces, Hillary Clinton, impulsase el asesinato de Gadafi, convirtiendo a Libia en emisor de inmigrantes hacia Europa, en válvula para falsos refugiados cuando antes era un dique de contención, hoy destruido y saqueado.

Que la OTAN y EEUU hayan apoyado la desestabilización de Siria desde 2011, que utilizasen la mentira de las armas químicas (¿les suena?) contra el presidente Bashar Al asad, que el senador John McCain apoyase en público y a cara descubierta a jefes terroristas del Estado islámico.

Que los avisperos libio y sirio agitados por la OTAN supusiesen que millones de inmigrantes africanos arribasen a Europa, fueran acogidos por Ángela Merkel (“Welcome Refugees”) y que protagonizasen miles de crímenes y agresiones como lo oleada de violaciones en la Nochevieja de Colonia en 2015.

Que la OTAN no dé cobertura de protección a los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, ni piense hacerlo, pero que sí proporcione las armas necesarias al ucraniano Zelensky, presidente de un país que no es miembro de la OTAN

Que la OTAN patrocine democracia, derechos humanos, lucha contra el terrorismo y Estado de derecho, pero que tras 20 años de operaciones haya abandonado Afganistán y regalado a los talibanes el poder absoluto y las mejores armas. El saldo para España de aquella aventura: más de 100 militares españoles muertos.

Que la OTAN quiera revivir bajo Joe Biden, un globalista, un abortista, un hombre de Bill Gates y George Soros, la unipolaridad norteamericana mundial que es la unipolaridad del credo LGTB, de la Agenda 2030, de la ideología de género, del multiculturalismo, de las Big tech, de la Big Pharma de las vacunas, de los lobbies abortistas.

Que la OTAN sea el brazo armado del globalismo anhelante de la unipolaridad internacional norteamericana, y que para ello quiera enfrentar a las naciones económicamente raquíticas como la española con gigantes como Rusia, India, Brasil o China, nuevos actores del mundo multipolar.

Que la OTAN impida que España pueda enviar sus soldados dónde hacen falta; a nuestras fronteras y a nuestro suelo español, y que no vayan dónde nada se nos ha perdido.

Que la OTAN convierta naciones soberanas en felpudos donde los ejércitos nacionales se convierten en la tropa auxiliar de los EEUU, no de las naciones libres.

Que en un mundo multipolar como el actual España debería ser cabeza y puente de la gran plataforma de naciones que conectasen la Hispanidad del continente americano, y la Iberosfera donde se incluye Portugal, con Europa. Que España se erigiese, en este contexto multipolar, en faro y esperanza de la salvación cultural e identitaria de Occidente frente al imperialismo norteamericano caduco, decadente, globalista y peligroso.

Que la OTAN es una organización contra la libertad de las Patrias, de la cual España debería salir para, soberanamente, decidir aliarse con quien le diera la gana. Con el aumento del gasto militar y del Presupuesto en Defensa que fuera necesario y con un ideal alto y claro cumplido: no servir a intereses ajenos y bastardos de terceros sino a los españoles exclusivamente. No es de recibo que la fuerza armada española este protegiendo la frontera lituana contra Putin mientras la frontera sur de España es invadida por turbas de ilegales armados y con la guardia civil agonizando sin medios de defensa.

Que a España le fuese mucho mejor cuando no era parte de la OTAN; cuando nuestras fronteras de Melilla y Ceuta no eran muros sino alambradas tras las cuales había, eso sí, legionarios dotados de Cetme. Cuando nuestros cuarteles eran modernos y resplandecientes, y hoy muchos de ellos parecen estar sacados de la primera temporada de la serie “Cuéntame”. Cuando teníamos más militares, más Banderas de la Legión y un Servicio militar obligatorio para los jóvenes. Cuando con el Tratado hispano-norteamericano y sin estar en la OTAN nos iba mejor, mandando Franco, que estando hoy en la OTAN.

Porque España no sea humillada, ni vasalla. Por la recuperación de Gibraltar y por la defensa de Melilla y Ceuta. Porque nuestros soldados no sean carne de cañón y porque podamos protegernos sin ser la tropa auxiliar de EEUU ni de nadie. Porque los aumentos del Presupuesto en nuestra defensa nacional no sean porque lo diga la OTAN y para mandar armas a Ucrania, sino para hacer una España soberana que decida dónde y cómo defiende su territorio, sus fronteras y sus intereses y no los de potencias extranjeras.

Por todo lo expuesto, y con una ambición racional y patriótica, España debería salir de la OTAN.

Si somos antiglobalistas lo somos para todo: también contra el brazo armado del globalismo, la OTAN

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