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1348 La Batalla de Mislata

25/01/2021

Cuando los valencianos se sublevaron contra un rey de la Corona de Aragón entregado a Cataluña.

Uno de los momentos más interesantes de la historia medieval de España y más concretamente de la Corona de Aragón fue lo que se conoce como Guerra de las Uniones, en el siglo XIV, en la década de 1340.

Fue una sublevación de la mayor parte de la nobleza de los reinos de Aragón y de Valencia contra el rey de la Corona de Aragón, Pedro IV el Ceremonioso. Sin embargo, fue mucho más que una simple revuelta aristocrática contra el poder real. Se trató también de una lucha interna por el poder dentro de la Corona de Aragón. En Valencia, sobretodo, la sublevación de la “Unión” tuvo también un fuerte componente popular y burgués,de defensa de los Fueros del reino de Valencia, contra un monarca al que se veía entregado únicamente a los intereses de Cataluña.

Ya en la década de 1280 el rey Pedro III, hijo de Jaime I el Conquistador, se había visto obligado a reconocer lo que se conoció como la “Unión” de los nobles aragoneses, así como de las villas de este reino. Los aragoneses estaban descontentos con las frecuentes violaciones de los Fueros y privilegios del reino, que Pedro III ( Pere II en Cataluña) vulneró con frecuencia, para financiar su ambiciosa política mediterránea. A partir de 1284, el rey tuvo que asumir que sus poderes en Aragón quedaran notablemente recortados, al verse obligado a reconocer los privilegios de la “Unión” para evitar una revuelta.

Todo este conflicto resurgió en la década de 1340. Cuando en ese momento, el rey Pedro IV el Ceremonioso (Pere III le llaman en Cataluña), muy apoyado por la burguesía mercantil catalana, quiso nombrar heredera a su hija Constanza, lo que violaba flagrantemente los fueros de Aragón y de Valencia, resurgió la Unión aragonesa y se constituyó la “Unión” valenciana.

Ello acabó dando origen a una importante sublevación en Aragón, y más aún, en Valencia, que originó una grave guerra civil en la Corona de Aragón. Frecuentemente se ha considerado esta sublevación y guerra de las Uniones como una simple sublevación aristocrática pero la verdad es que había mucho más que eso.

Como ha señalado el historiador Mateo Rodrigo, uno de los mayores conocedores del fenómeno,  si bien en Aragón fue más fundamentalmente aristocrático, en Valencia, el auténtico origen del descontento fue el autoritarismo y el desprecio que estaban mostrando Pedro IV y sus cortesanos y sus altos funcionarios, en su mayoría catalanes, por los Fueros y leyes del reino de Valencia. Eso explica la magnitud que alcanzó la sublevación en Valencia y también el fuerte componente popular que tuvo e incluso el apoyo de considerables sectores de la burguesía mercantil de Valencia.

Para sofocar este conflicto Pedro IV se apoyó en los recursos de Cataluña, que se le mantuvo fiel. A finales de 1347 el rey convocó Cortes en Zaragoza y se vio obligado a hacer concesiones, pero declaró en privado que ninguna de ellas tenía validez porque las había hecho contra su voluntad.

A finales de octubre Pedro IV volvió a Cataluña y cuentan las Crónicas que ante sus consejeros maldijo a Aragón, haciendo en cambio grandes alabanzas de Cataluña y su fidelidad hacia él.

Mientras, en Valencia se organizó también la Unión, a instancias de la ciudad de Valencia. En la capital valenciana la muchedumbre saqueó las casas de los partidarios del rey y se empezó a organizar un ejército de nobles y también de plebeyos contra el autoritarismo del rey. No fue, pues, un movimiento únicamente nobiliario, ni mucho menos.

El ejército de la Unión de Valencia derrotó al del rey en la sangrienta batalla de Játiva y volvió a derrotar a las tropas del rey en las batallas de Pobla Llarga y de Bétera, en diciembre de 1347. Finalmente el rey se vio obligado a venir a Valencia a negociar.

En abril de 1348 Pedro IV se vio sometido a una dura humillación, mientras estaba en negociaciones con las autoridades de Valencia. Para empezar tuvo que aceptar la expulsión de Valencia de los consejeros catalanes que le acompañaban. Pero lo peor estaba por llegar.

El 6 de abril de 1348 el rey se vio sorprendido cuando descansaba en el Palacio real por el paso de una comitiva popular de casi 500 personas con tambores y cornetas que obligó al rey a bajar a bailar a la calle. Un hombre, un barbero, apellidado Gonzalbo le cantó en la cara” Mal haja qui marxará, encara ni encara”. Es decir, le gritaban que no le iban a dejar huir a Cataluña, “de momento”, ” de momento”
Era una terrible humillación para un rey. Pedro IV se sentía prisionero en una Valencia hostil. Pero halló al fin la excusa perfecta para irse, a causa de la Peste Negra, que en ese momento devastaba Europa y estaba llegando a Valencia.

Finalmente el rey pudo volver a Cataluña y con la ayuda de los nobles catalanes y de algunos nobles aragoneses y valencianos  (sobretodo la alta nobleza)que se le mantuvieron fieles pudo reorganizar su ejército. Entró en Aragón y en el verano derrotó a la Unión aragonesa en la batalla de Epila. A continuación invadió Valencia y el 9 de diciembre se produjo la batalla decisiva en Mislata, cerca de Valencia. Murieron 1500 soldados del ejército de la Unión y las tropas reales entraron en la capital valenciana. El rencoroso Pedro IV quiso entonces arrasar totalmente la ciudad de Valencia e impedir que fuese reconstruida, como recuerda el cronista clásico de la Corona de Aragón, Zurita, aunque finalmente le convencieron de que no lo hiciera.

Pero la represión fue muy dura. Es famoso el hecho de que obligó a algunos nobles sublevados, prisioneros, a beber el metal fundido de la campana con que la Unión de Valencia convocaba sus reuniones. También hizo asesinar a un gran número de plebeyos. Entre ellos hizo traer al barbero Gonzalbo, antes de hacerlo ejecutar en su presencia.

Sin embargo, es cierto que, pasado el primer momento de ira, el rey se mostró más sosegado y en las Cortes de Valencia de 1349 no se atrevió a derogar ni a modificar los Fueros de Valencia. En cierto modo, había aprendido las consecuencias de despreciar al Reino de Valencia.

Pero en Valencia quedó muy vivo el recuerdo de aquella represión. Algunas décadas más tarde les llegó la hora del desquite a los valencianos y aragoneses. Fue en el Compromiso de Caspe, en 1412, cuando los votos de los delegados valencianos y aragoneses fueron decisivos para entregar el trono de la Corona de Aragón al candidato castellano, Fernando de Antequera, de la dinastía Trastamara, en detrimento del pretendiente catalán Jaime de Urgel. En el Compromiso de Caspe tuvo un papel fundamental un gran Santo valenciano, San Vicente Ferrer, nacido en 1350.

Volviendo a 1349, hay que recordar que mientras se desarrollaba esta guerra civil la Peste Negra devastaba Europa, incluyendo muy especialmente la Corona de Aragón. Y dentro de ella Cataluña acabó siendo la zona más afectada, con diferencia. En Cataluña murieron cientos de miles de personas y el Principado entró en una grave crisis económica de la que tardaría mucho tiempo en salir.
Además esta crisis se agravó con la derrota de Pedro IV de Aragón en la guerra contra Castilla de las décadas de 1350 y 1360.

Posteriormente, en el siglo XV, la Corona de Aragón volvería a un periodo de auge durante el reinado de Alfonso el Magnánimo, de la dinastía Trastamara. En esa época Valencia se convirtió en el centro político, económico y cultural de la Corona de Aragón, desplazando a Barcelona. Y todavía Valencia tendría un importante papel económico durante el reinado de Fernando el Católico.
En definitiva, una rebelión en Valencia, la de la Unión,  y sus circunstancias, que acabaron trayendo largas y seculares consecuencias.

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