La decisión del gobierno israelí de impedir la entrada de cristianos palestinos a los lugares sagrados en Navidad ha desatado una oleada de protestas, respondidas con la habitual retórica sionista, culpando a Hamas de haberles “obligado” a tomas esa decisión (como si en Hamas, un grupo integrista musulmán, hubiera cristianos). Esto nos lleva a preguntarnos, ¿Qué es realmente Hamas y qué papel ha tenido en su desarrollo el estado de Israel?
Cuando Palestina era un protectorado británico el palestino era el pueblo de mayoría musulmana más occidentalizado y moderno de la zona. Los palestinos tenían “maneras occidentales” y convivían razonablemente con las minorías judía y cristiana, se vestían muy mayoritariamente al estilo occidental, la mayoría de las mujeres no llevaban velo y los matrimonios mixtos eran frecuentes. De hecho los primeros brotes de terrorismo nacionalista los protagonizaron judíos sionistas, cuyas organizaciones terroristas sirvieron de inspiración a ETA. El líder del Irgun y posterior primer ministro israelí, Menájem Beguin, se reunió con el etarra Madariaga, que le pidió ayuda y solo la mediación de Francia impidió que la consiguiera, aunque más adelante se informó de que ETA contaba con armas de fabricación israelí. El Irgun fue el responsable del atentado contra el hotel rey David, en el que fueron asesinadas 92 personas, entre ellas el diplomático español Manuel Allendesalazar.
La OLP era (y en gran medida sigue siendo) una organización anticolonialista al estilo de otras muchas del antiguo Imperio Británico, con grandes influencias occidentales, incluso izquierdistas. Su líder, Arafat, por ejemplo, estaba casado con una cristiana. Durante décadas, la OLP tuvo el absoluto predominio político sobre los palestinos, lo que convertía a Arafat en un interlocutor válido y razonablemente moderado, lejos de las tesis extremistas de algunos radicales. Solo más adelante surgirían movimientos integristas como Hamas y en circunstancias muy particulares.
Ahmed Yassin, futuro fundador de Hamas, era el líder espiritual del movimiento islamista en Palestina, entonces muy minoritario, cuando regresó de El Cairo en los años setenta para establecer una asociación de caridad islámica. La Primera Ministra Golda Meir aparentemente no se alarmó por ello, sino que más bien lo vio como una oportunidad para contrarrestar el aumento del movimiento Al Fatah de Arafat. En el semanario israelí Koteret Rashit podíamos leer en octubre de1987: “Las asociaciones islámicas, así como la universidad ha sido apoyada y alentada por la autoridad militar israelí (…) Ellos (las asociaciones islámicas y de la universidad) estaban autorizados a recibir pagos de dinero del extranjero.”
Los islamistas crearon toda una red de ayuda social incluyendo orfanatos, hospitales, escuelas, talleres donde se daba empleo a las mujeres y un sistema de ayuda financiera a los pobres. En 1978, se creó una “Universidad Islámica” en Gaza. Según parece, la autoridad militar estaba convencida de que estas actividades debilitarían tanto a la OLP, como a las organizaciones nacionalistas y de izquierda en Gaza. A finales de 1992 el número de mezquitas en Gaza, escaso hasta poco antes, se había multiplicado alcanzando las seiscientas. La diferencia de trato del Mossad, a unos y a otros permitió a los islamistas reforzar su presencia en los territorios ocupados, mientras los miembros de Al Fatah y de otras organizaciones moderadas fueron sometidos a la más brutal forma de represión.
En1984, Ahmed Yassin, fue relacionado con el descubrimiento de un cargamento de armas, por lo que fue detenido y condenado a doce años de prisión, pero un año más tarde, fue puesto en libertad y reanudó sus actividades. Sorprende el contraste entre la dureza militar de Israel con los civiles y los inocentes, y su flexibilidad judicial con los fundamentalistas en aquellos momentos clave. Cuando la Intifada comenzó en octubre de 1987, un Yassin en libertad, reaccionó mediante la creación de Hamas: “Dios es nuestro principio, el modelo, nuestro profeta, el Corán, nuestra constitución “, proclamaba el artículo 7 de su carta fundacional.
Ahmed Yassin estaba de nuevo en la cárcel cuando se produjeron los acuerdos de Oslo (Declaración de Principios sobre un Gobierno Autónomo Provisional) en septiembre de 1993 y Hamas rechazó rotundamente dichos acuerdos. En ese momento, el 70% de los palestinos condenaba los ataques contra civiles israelíes. Yassin hizo todo lo que estaba en su poder para socavar los acuerdos de Oslo. Poco después, Primer Ministro israelí Rabin era asesinado por Yigal Amir, un estudiante judío extremista de la Universidad Bar Ilán, opuesto a las ideas de entregar territorios a cambio de la paz. Un día antes de la reunión entre los negociadores palestinos e israelíes, Hamas lanzó una campaña de atentados contra civiles. La inseguridad causada por estos ataques fue clave en la llegada del “duro” Netanyahu al poder en las elecciones de mayo de 1996. Los extremistas de uno y otro bando habían arruinado las esperanzas de paz como si actuasen confabulados. Pese a esa campaña terrorista orquestada por Hamas, su fundador, Yassin, fue liberado “por razones humanitarias” por el nuevo Primer Ministro Netanyahu de manera inesperada, cuando estaba cumpliendo una pena de cadena perpetua. Mientras, el propio Netanyahu, junto con el Presidente Bill Clinton, presionaba sobre Arafat para que controlara Hamas. De hecho, Netanyahu, sabía que podía confiar, una vez más, en los islamistas para sabotear los acuerdos de Oslo. Peor aún: después de haber expulsado a Jordania a Yassin, el Primer Ministro Netanyahu le permitió regresar a Gaza, donde fue recibido triunfalmente como un héroe en octubre de 1997.
Arafat se encontraba en la otra cara de la moneda de esta situación. Además, los Estados del Golfo decidieron cortar su financiación a la Autoridad Palestina por su postura, crítica con la actuación estadounidense durante la guerra del Golfo, en 1991, (mientras que Hamas, prudentemente, se había abstenido de tomar partido). Entre febrero y abril de 1998, el jeque Ahmed Yassin pudo recaudar varios cientos de millones de dólares, de esos mismos países. El presupuesto de Hamas terminó siendo, por tanto, mucho mayor que el de la Autoridad Palestina. Estas nuevas fuentes de financiación permitieron a los islamistas reforzar sus actividades de beneficencia. Se estima que uno de cada tres palestinos es receptor de la ayuda económica de Hamas. Y lo cierto es que Israel no ha hecho nada para frenar la entrada de dinero en los territorios ocupados. Según Zeev Sternell, historiador de la Universidad Hebrea de Jerusalén: “Israel considera que es una inteligente estratagema para poner a los islamistas en contra de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP)”.
Hamas ha crecido a través de actos de sabotaje del proceso de paz, de forma aparentemente compatible con los intereses del gobierno israelí, especialmente de sus alas más duras, saboteando la aplicación de los acuerdos de Oslo. Dicho de otra forma, Hamas parece estar sirviendo al objetivo para el que fue creado desde el principio: evitar el nacimiento de un Estado palestino, dar escusas al extremismo sionista, evitar la paz. De ahí el cinismo de los proisraelíes, apelando a la maldad de Hamas para justificar sus fechorías.
Es difícil saber si, como se deduce de estos datos, a Hamas lo creo directamente Israel o simplemente se aprovecharon de su existencia para dividir a los palestinos, pero es obvio que Israel acosó, persiguió, tiroteó y bombardeo a la OLP y a su líder Arafat, hasta el punto de que probablemente lo asesinó envenenándole, mientras que Hamas fue exquisitamente tratado, como demuestran los datos aportados, liberando repetidamente a su fundador y permitiéndole acceso ilimitado a sus fuentes de financiación, hasta después de la muerte Arafat y de la toma del poder de Hamas en Gaza, cuando volvieron sus bombas contra ellos. Pero Hamas nunca hubiera tenido protagonismo ni hubiera tomado el poder de Gaza sin la ayuda de Israel. Arafat, por su parte, no sería perfecto, pese a que fue premio nobel de la paz junto con el asesinado Rabín, pero era un interlocutor válido con el que poder negociar y hacer cumplir lo negociado a nivel de toda Palestina y no era en absoluto integrista, hasta el punto de que su mujer era cristiana. De hecho, todo hace pensar que Israel solo acabará con Hamas cuando esté seguro que su puesto lo tomará otro grupo aún más fanático. Israel no quiere la paz, quiere excusas para exterminar a los palestinos, sobre todo mientras haya imbéciles que se las crean. Hamas les da estas excusas con frecuencia.
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