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Último escándalo del sindicalismo ladrón. UGT Andalucía ha robado 40 millones de euros. |
Por J. Miguel Pérez
Los sindicatos rojos siempre han llamado a la revolución sanguinaria desde que Karl Marx y Bakunin inauguraron el monstruoso dogma del sindicalismo como lucha de clases invariable y obligatoria por donde tenía que pasar la “unidad de la clase obrera” para conquistar el poder y aniquilar a la sociedad molesta a la que odiaban por católica o “capitalista”. Una ensoñación terrible y totalitaria que llevó a la orgía de sangre y terror bajo la “nomenklatura” y el politburó en todos los Estados donde triunfó la izquierda comunista.
Los sindicatos «rojos» serían los promotores de la barbarie confrontadora desde su fundación decimonónica; en España mancharon de sangre los inicios del siglo XX gracias a la UGT socialista y a la terrorista CNT, con atentados a presidentes de gobierno y contra obreros díscolos sospechosos de militar en sindicatos “blancos” o católicos. España en general, pero sobre todo Barcelona, se vio contaminada por la tragedia de una Huelga general terrible en 1917 y sucesivas más después, en un estado de desorden público total con centenares de atentados y violencias, una Semana Trágica mediante (1909) y con gobiernos centrales sometidos a la inestabilidad permanente. Tuvo que venir en 1923 el General Miguel Primo de Rivera para dar un golpe militar necesario y restaurar el orden, universalizar la enseñanza para todos los niños desamparados y establecer las bases de un sistema de Seguro social obrero y trabajo para todos los españoles a través de leyes justas, reformas fiscales y obra pública creadora de riqueza. El sistema social regeneracionista de Miguel Primo de Rivera, truncado por la irrupción de II Republica, sería completado por el General Franco, vencedor del comunismo, y que estableció el Seguro de enfermedad en 1943 y la Seguridad Social con todas las coberturas de acción asistencial del Estado. Floreció la clase media bajo el régimen del Caudillo, y además jalonada con los derechos laborales amplios y protegidos que hoy, los políticos de izquierda y sus sindicatos rojos trepas, han arrebatado. Franco enterró la lucha de clases y batió, gracias a sus conquistas sociales, la prédica falaz de los odiadores comunistas y sindicalistas de antaño.
En Rusia, cuando el vago Lenin hizo su revolución sanguinaria de terror, creó su dictadura de guerra civil y hambre (8 millones de muertos) prohibió el derecho a huelga, masacró a las obreros en Kronstadt y metió a los sindicatos «de los trabajadores» dentro del régimen soviético como casta engordada y sátrapa para robar al pueblo ruso desde el barrio lujoso moscovita. Eran la “nomenklatura”, la élite déspota, amigada al capitalista trasnacional David Rockefeller y a su banca, que contaría con sedes en el Moscú soviético para satisfacer a los oligarcas comunistas del “proletariado”.
El sindicalismo rojo o de izquierdas ha robado siempre, en Andalucía, en Europa y en toda España. No viven de las cuotas de sus afiliados, sino de la subvención, la gestión de los ERE y la malversación a la economía que supone tener un ejército de “liberados” y cobrar sin trabajar.
El sindicalismo vertical franquista de inspiración falangista que cuidaba con mimo paternalista de nuestras industrias públicas, ya fuera la industria naval o la metalúrgica y que estaba unido a la acción de la poderosa Magistratura del Trabajo, no robó jamás, y protegió de forma ejemplar los derechos obreros de forma siempre gratuita para el damnificado y velando en su favor con recto criterio cuando era menester.
Pero estamos, desde 1978, en esta Democracia del todo vale; viven entre nosotros el partido más asesino y ladrón de la historia de España que es el PSOE de las chekas y del robo del Tesoro Nacional, además de los comunistas y del sindicalismo que no es de clase ni nacional sino un golfo como lo fue siempre. Recordemos como anecdotilla el escándalo de las “Visa Black” de Caja Madrid y quiénes fueron los ladrones más importantes en esa “descapitalización” de las cajas: sindicalistas y comunistas.
El robo de los ERE andaluces con sus 800 millones de euros desviados por socialistas y sindicalistas, además de los 40 millones que la excúpula de UGT Andalucía hizo desaparecer y por lo cual ha sido imputada, no están en los telediarios ni en las portadas. El pueblo español anestesiado por la manipulación intoxicadora de los medios, sólo piensa en Greta Thunberg o en el drama humanitario del tapón de coca cola flotante en un río. La izquierda, gracias a 40 años de superioridad moral cedida por la derecha cobarde de UCD y PP, sigue disfrutando de una vergonzante y terrible impunidad social y mediática.
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