Por Víctor Hernández

A estas alturas, inevitablemente gracias a los medios, casi todos los que lean este articulito sabrán ya quien es la ¿niña? sueca Greta Thunberg. Si bien es conocida principalmente por sus alegatos contra el cambio climático, no es un secreto que también es abanderada de otras causas menos nobles, si noble fuera culpar al hombre de a pie de la hecatombre climática que se anda pregonando desde hace, por cierto, muchas décadas. 

Las otras luchas de Greta y de todo su equipo de marketing son la misma agenda progre de la mayoría de gobiernos occidentales: ideología de género, animalismo, multiculturalidad etc. Pero lo que ha evidenciado el hecho de que un chavea de 16 años sin estudios básicos terminados, sea el centro de la atención de portadas, titulares y redes sociales, es la consolidación del mundo unipolar. El proyecto sociopolítico que representa Greta tiene una proyección global y uniformizadora al estilo de un imperialismo cultural de un Occidente que, por decadente, ya no es Occidente, sino otra cosa inauténtica y líquida que corre hacia el sumidero de la Historia. 

Por mucho que nos quieran hacer creer que el progresismo es una fuerza transformadora ajena al Sistema, queda probado por sus medios económicos, el apoyo mediático y la inclusión de su agenda en los programas políticos, que el progresismo parte del propio Sistema. Esto no es un David contra Goliat como nos han vendido. Greta es el Sistema contra ti. Otra payasa más contra la que la risa y el despiporre son la mejor arma.