José Manuel Bou Blanc es licenciado en derecho y escritor, autor entre otras obras de “El sueño de España” y “La obsesión con Franco”, y ganador del premio Pascual Tamburri de ensayo corto por “La memoria democrática, nueva leyenda negra”, además de colaborador habitual en La Emboscadura. Ahora acaba de publicar su primera novela, “Toro blanco” editada por Ediciones Fides, una ambiciosa saga familiar que comprende de 1901 a 2015, plagada de referencias mitológicas y acontecimientos históricos.
¿Qué le ha hecho decidirse por abandonar el ensayo e incursionar en la novela como género literario?
Siempre me ha gustado la ficción, que a menudo tiene más importancia para la formación de la concepción del mundo de mucha gente que los libros de historia o los ensayos. Los antiguos pensaban que las historias daban forma al mundo y tenían algo de razón. En gran parte, el problema de nuestras sociedades es que no se cuentan las historias correctas (las que nos permiten entendernos a nosotros mismos y al mundo) y se cuentan demasiado las historias equivocadas (las que nos embrollan y nos impiden comprender realmente como es la realidad).
La novela empieza con el protagonista encerrado en los sótanos del Congreso de los Diputados ante la inminencia de un atentado terrorista. Allí encuentra un aleph, concepto que aparece en un relato de Borges como un punto desde el que se ve todo el universo, pero en este caso es un aleph familiar que le permite ver las peripecias de todos sus antepasados. ¿Por qué utilizó este recurso narrativo?
Porque me permitía aportar ese toque sobrenatural del realismo mágico sin que las historias de los personajes perdieran verosimilitud ni rigor. A partir de ahí vamos a ver a familiares del protagonista (los Toro y los Blanco) enfrentándose a la Segunda República, la Guerra Civil, el gulag soviético, los magnicidios de Trotski o Kennedy, las revoluciones cubana y argelina, la transición a la democracia en España, la degradación del Régimen del 78, la lucha valencianista, el terrorismo islamista y el reemplazo poblacional.
La novela se divide en tres libros subtitulados respectivamente Europa, América y España. ¿Qué los diferencia?
Lo más evidente es el emplazamiento de cada uno de ellos. El primero transcurre entre España, Francia, Alemania y la Unión Soviética, el segundo entre Méjico, Cuba y Los Estados Unidos principalmente y el tercero íntegramente en España, concretamente en Valencia y en Madrid. Pero es cierto que también hay diferencias de tono entre ellos. El primero es una novela histórica más tradicional, el segundo tiene tintes de thriller político y el tercero de autobiografía política y sentimental.
En el primer libro, la trama principal tiene que ver con los llamados “berlineses”, exiliados republicanos españoles confundidos con diplomáticos franquistas por los rusos y llevados al gulag soviético, donde se encontraron con los cautivos de la División Azul ¿por qué le interesa este contexto histórico?
Porque es muy llamativo y muy poco estudiado. Las víctimas más olvidadas en España son las de izquierdas victimizadas por otros de izquierdas. Los católicos o supuestos derechistas (porque muchos eran apolíticos) perseguidos por el Frente Popular fueron recordados en el franquismo, lo que desde luego no justifica los desprecios que reciben del actual gobierno, como la destrucción de las cruces que los recuerdan. Los izquierdistas represaliados en el franquismo son recordados hasta la saciedad en la actualidad, incluso exagerando su número. Pero los izquierdistas victimizados por otros izquierdistas ni fueron homenajeados en el franquismo que no tuvo la empatía (tenía muchas víctimas propias para ocuparse de las ajenas) o si se quiere, la malicia de utilizarlos propagandísticamente (no hay nada que demuestre mejor la perversidad de un bando que el que sus integrantes se dediquen a matarse entre sí) ni son reconocidos ahora por el actual gobierno, porque dejan en evidencia sus contradicciones.
El periplo de estos “berlineses”, además, permite mostrar a las claras la perversidad del régimen soviético y me ha dado la oportunidad de novelar hechos reales, como el encuentro entre estos refugiados y los cautivos de la División Azul que cuenta el capitán Palacios en Embajador en el infierno o el del hombre llevado al gulag por ser el primero en dejar de aplaudir a Stalin, que cuenta Solzhenitsyn en Archipiélago Gulag, que jamás, hasta donde sé, se han ficcionado.
En el segundo libro, la trama principal gira en torno al asesinato de Kennedy, de moda ahora por la desclasificación de documentos sobre el caso por la administración Trump, y la desaparición de una joven cuya investigación corre a cargo de su novio y el tío de este, que forman una pareja detectivesca muy bien lograda ¿Por qué le atraía el famoso magnicidio?
Porque las teorías de la conspiración sobre el asesinato de Kennedy que aparecen en el libro (que existen todas, yo no me he inventado ninguna, aunque en su desarrollo, en la novela, ponga de mi parte) ponen de manifiesto de manera muy clara las contradicciones de la democracia estadounidense, cuyo modelo copiamos todas las demás, especialmente en lo relativo a la influencia de las finanzas y del sistema bancario. Gracias por decir que la pareja detectivesca de tío y sobrino está bien lograda, así lo intenté.
El primer propósito de la obra parece homenajear a sus familiares y antepasados. ¿Qué hay de realidad y que hay de ficción en sus páginas?
Los agradecimientos al final del libro dan una buena pista de ello. Las tramas principales tienen más de ficción, mientras que las secundarias, por ejemplo, el modo en el que las dos familias protagonistas se enfrentan a la Guerra Civil, tiene mucho de realidad. Conocer e incluir muchas anécdotas familiares reales en la obra le ha dado contexto y profundidad y creo que ha elevado su nivel, aunque los personajes a los que se dedican más páginas tengan más elementos inventados.
El protagonista principal y narrador, José Manuel Toro Blanco, se llama como usted, pero con los apellidos traducidos del valenciano al castellano. ¿En que se parece y en qué se diferencia el personaje de usted mismo?
La vida del personaje en Valencia se basa principalmente en la mía. Hay algunas páginas en el libro que son bastante autobiográficas. Luego el personaje marcha a Madrid por razones de trabajo y a partir de ahí predomina más la ficción, aunque sigue habiendo alguna anécdota real. Digamos que lo que más nos diferencia es la decisión que toma el personaje en el capítulo titulado “Como compra almas el diablo”. En una coyuntura parecida, yo tomé la decisión contraria. Por lo demás, somos bastante parecidos.
¿Qué papel desempeñan la mitología y la religión en su novela?
Uno muy importante. La mitología se utiliza como metáfora, para señalar los mitos fundacionales de nuestra civilización y resaltar el carácter cíclico de la historia. El origen de esta saga familiar está en el secuestro de Europa por Zeus-Júpiter. De ahí el título, además de que sea una traducción al español de mis apellidos, como usted ha observado antes.
En lo relativo a la religión, esta aparece como muestra de espiritualidad. En la primera parte, hay un personaje sacerdote, Julio Toro, que está basado en el beato de Benimantell, Juli Bou, primo de mi abuelo, que sufrirá persecución en la Guerra Civil. El personaje de Gabi (este puramente de ficción) será educado en el anticlericalismo, pero hallará en la religión un consuelo para su espíritu atribulado. Finalmente, en sus últimas páginas, el elemento religioso tendrá un papel importante en la trama definitiva.
Una de las tramas de la tercera parte tiene que ver con la lucha valencianista, de hecho, hay un capítulo titulado “La guerra de las lenguas” donde se resume el conflicto. Dado su currículo de activismo valencianista, ¿debemos suponer que esta parte está entre las páginas autobiográficas que ha señalado antes?
Básicamente sí. El valencianismo fue una lucha popular por la dignidad del Reino de Valencia y la unidad de España traicionada por su clase dirigente de todas las ideologías. Como explico en los agradecimientos, recojo anécdotas de mi militancia en Renovación universitaria y Coalición valenciana. Creo, además, que la historia del valencianismo en gran medida está por contar y que esta es la primera novela, que yo conozca, que desarrolla parte de su trama en el contexto de la lucha del pueblo valenciano contra el separatismo pancatalanista.
En el libro también se habla de la degradación del Régimen del 78 en España. Escribe una frase demoledora: «Desarrollé entonces un intenso odio por la clase política española (…). Todo en ellos, ahora que los conocía en mayor profundidad, me resultaba arrogante, frívolo y pretencioso. Fueran unos pijos del PP o unos perroflautas de Podemos, fueran unos paletos nacionalistas o unos snobs del PSOE, todos me parecían igualmente lamentables, unos repugnantes parásitos. Hacían alegatos contra las drogas, pero fumaban hierva y esnifaban cocaína con frecuencia. Pontificaban contra la prostitución, como forma de explotación de la mujer, pero se iban de putas con sus conseguidores-proxenetas de cabecera. Llamaban a la austeridad al sufrido contribuyente, pero despilfarraban sin medida el dinero de sus impuestos. No había bajeza o estupidez que no estuvieran dispuestos a cometer». ¿Tiene tan mala opinión de los políticos españoles?
En general sí. Y eso que cuando escribí esa frase no había salido el caso Ávalos ni lo del tito Berni. Sí que conocíamos la Gurtel y el caso de los EREs de Andalucía, donde responsables del PSOE se habían gastado el dinero de los parados andaluces en putas y cocaína. Y yo conocía, de mi militancia universitaria, a muchos miembros de las juventudes de todos los partidos. Mi juicio se basa en ese conocimiento.
El terrorismo islamista y el reemplazo poblacional son otros de los temas que aborda, claves en la trama final
Sí. La novela termina como empieza, con el protagonista encerrado en los sótanos del Congreso a la espera del desenlace final. Hay un capítulo que se titula “Sumisión”, como el libro de Houellebecq, donde el islam domina Francia, y otro “El lobo estepario”, repleto de citas de Herman Hesse sobre la decadencia cultural. También se menciona a Mishima o a Venner como ejemplos de una resolución radical. El reemplazo poblacional representa al final la herida de muerte de nuestra civilización. Sin niños no hay futuro.
El libro va dedicado “A los hijos de Europa. Para que preserven su Civilización”.
Sí. Usted comentó que el propósito inmediato del libro era homenajear a mis familiares y antepasados, y era verdad, pero el objetivo más profundo es denunciar la decadencia de la Civilización europea-occidental-cristiana y a la vez señalar sus posibilidades de renacimiento. Al final, los hijos de Europa no son solo los Toro y los Blanco, sino todos los euro-descendientes, incluso todos los partícipes de la cultura europea. Chesterton decía que el cristianismo había sido dado por muerto muchas veces y todas ellas había renacido porque contaba con un Dios que sabía cómo salir del sepulcro. El saber ancestral de nuestros antepasados lo entendía. Con esa intuición especial que tenían los antiguos, comprendían que, tras el Armagedón, con el ocaso de los dioses, cuando un ciclo terminaba, quedaba siempre la esperanza de un nuevo comienzo, de que la rueda volviera a girar, de que un hombre y una mujer tuvieran un niño y por la magia de su sangre todo volviera a empezar una vez más.
¿Una última cosa que decir?
Solo espero que la madre Europa, la que es rubicunda y nívea, la que fue secuestrada por un toro blanco, pueda estar orgullosa de nosotros sus hijos.
Añadimos nosotros que el libro puede adquirirse en la web de ediciones Fides. Muchas gracias José Manuel por la entrevista
Gracias a vosotros.
«Toro blanco» puede adquirirse aquí: https://www.edicionesfides.es/producto/toro-blanco/
Esta entrevista se publicó en el número 20 de la revista «La Emboscadura del siglo XXI». Puedes adquirir la revista aquí: https://www.edicionesfides.es/producto/la-emboscadura-del-siglo-xxi-numero-20/


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